domingo, 2 de diciembre de 2007

"ANTES DEL ESPACIO"


Lo que hace que un aula sea tal, es la praxis que en ella se realiza. El aula, entonces, es aula en tanto efecto de la acción de enseñar y aprender. El aula es aula en tanto efecto de la acción pedagógica. Y ¿qué es la Pedagogía, sino un tipo de discurso? El aula es aula en tanto efecto del discurso pedagógico.Sin embargo, esta reflexión no fue necesaria hasta ahora.




No era importante plantearse al aula en estos términos. ¿Por qué? Porque hasta el advenimiento de la virtualidad (de la mano de Internet, por poner un hito con el que popularmente se la asocia, no había posibilidad de que varias personas se encontrasen para enseñar y aprender (ejercieran la praxis educativa) sino en un lugar físico común.Antes de los cuestionamientos que surgieron en estos nuevos contextos, el aula tenía un status de materialidad/realidad indiscutida constituida por varios elementos: la estancia o salón, el mobiliario, el pizarrón, las ventanas.




El aula integraba "naturalmente" determinadas tecnologías que servían a sus propósitos, ligados a la acción de hablar, dictar, leer y manuscribir.La arquitectura escolar surgió como un planeamiento que optimizaría racionalmente el control disciplinario que la Escuela, como ejecutora de la alianza Padres / Estado, ejercería sobre los cuerpos y las mentes infantiles con el objeto de la inserción plena y productiva en la Sociedad, y la formación de ciudadanos del Estado.




Michel Foucault, en su obra "Vigilar y castigar" hace un exhaustivo análisis de la disciplina, tanto en la Prisión como en la Escuela. Y la disciplina procede ante todo a la distribución de los individuos en el espacio, para lo cual emplea varías técnicas: la clausura (especificación de un lugar heterogéneo a todos los demás y cerrado en sí mismo); el emplazamiento funcional (es decir, espacios altamente codificados para seres humanos y cosas); la distribución analítica del espacio ("a cada uno, su lugar; y en cada emplazamiento, un individuo").




De aquí que, a partir del Siglo XVIII el aula escolar se conforma como contenedora de una clase compuesta de elementos homogéneos – individuos colocados uno al lado del otro bajo la mirada vigilante del maestro – que realizan la misma actividad inserta en una secuencia graduada. La escuela, bajo esta forma, se vuelve "una máquina de aprender, pero también de vigilar, de jerarquizar, de
recompensar".




La Pedagogía moderna, basada en la clasificación y seriación de sujetos y contenidos, registros, ejercicios programados, etc., desarrolla tecnologías disciplinarias tanto materiales como de gestión, tendientes a la optimización de los procesos, divide la duración en segmentos sucesivos o paralelos, cada uno de los cuales debe llegar a un término especificado, en suma descomponer el tiempo en trámites separados y ajustados, ordena estos trámites según un esquema analítico, fija un término a cada segmento mediante la aplicación de una prueba (el "examen") cuya función es medir el rendimiento absoluto (respecto de lo enseñado) y relativo (respecto de sus compañeros) y garantizar la homogeneidad del producto. Dispone "series de series" de manera que cada individuo se encuentre definido en un punto de esta serie temporal, punto que define su nivel o rango.




Estos nuevos espacios y tiempos disciplinarios permiten el surgimiento de un nuevo "saber-poder": el saber pedagógico y la ciencia de la administración.La clase en la pedagogía disciplinaria con su espacio definido, el aula, y su seriación del tiempo, marca así una ruptura del tiempo "global" de la instrucción medieval. Espacio - organización y distribución en el aula - y Tiempo – segmentación y seriación de la actividad- se vuelven categorías analíticas básicas para la disciplina, que aumenta las fuerzas en términos de utilidad y las disminuye en términos políticos de obediencia.Según Nelson E. Barrios Jara (02 de Agosto de 2006), para acomodar varios grupos dentro de un salón de clases la distribución espacial es primordial.




Para un buen funcionamiento del grupo es esencial poseer mesas modulares o mesas redondas u ovaladas para favorecer la comunicación interpersonal. Aunque es complicado encontrar aulas de este tipo hay que crear el ambiente apropiado y lo ideal es organizar un círculo con todos los grupos para facilitar la movilidad.Un factor interesante en la recreación del aula es lo proxémico “la palabra proxémico sirve para designar las observaciones y teorías interrelacionadas del uso que los sujetos de una determinada cultura hacen de los espacios(...)




Por otra parte, la comunicación no verbal, de tipo gestual, entra a jugar un papel determinante(...) Lo interesante de este hecho, es la necesidad de afectar con nuestro cuerpo, el cuerpo y la mente del oyente.” (Jiménez, 2003, P 160). Según el mismo autor, hay datos que reflejan la visión de los estudiantes cuando el espacio del aula se vuelve proxémico como el del trabajo en equipo.




Transformar un aula de clase en círculo significa para los estudiantes:



- Verse entre ellos mismos, lo que mejora la discusión y la comunicación.



- Mayor comunicación con el profesor



- Mejor comprensión dada la visibilidad



- Centrar mejor la atención



- Mejorar la respiración debido a la libertad del espacio



- Existe mayor organización del espacio



- Mayor libertad de movimiento.




Las anteriores razones reafirman que lo ideal es transformar el espacio del aula para crear ese ambiente deseado en el desarrollo de un trabajo efectivo. También, es bueno recalcar que el aula no esta conformada solamente por las cuatro paredes de un salón; es indispensable organizar actividades extramurales.



Lugar del docente.



La circulación del poder en el aula.(Graciela Batallan, “El niño y el conocimiento de la realidad social en la escuela”).Como hemos visto anteriormente, el aula y su espacio físico están directamente relacionados a un dispositivo que utiliza el encierro como forma de control. El aula se les ha presentados a los alumnos históricamente como un lugar ajeno a ellos, de hecho este espacio puede ser pensado como propiedad privada del docente. Es frecuente escuchar a los maestros decir “en mi aula no se come, no se habla, no se grita etc.




”En nuestro trabajo diario se nos presenta como significativo, ver la resistencia que se genera por parte de los alumnos cuando se les ofrece la posibilidad de apropiarse del aula y de lo que en ella podrá acontecer. Esos Cuerpos no pueden encontrar formas diferentes más que las estereotipias grabadas a fuego a lo largo de un proceso de escolarización que ha comenzado casi entre los tres o cuatro años de vida. El cuerpo representa una historia, y muchas veces, aunque se quiera, no logra representar más que lo que ha aprendido.El espacio cerrado del aula, produce en los alumnos la imposibilidad de moverse, esta inmovilidad pareciera jugarse también en el pensamiento y en la posibilidad de producir conocimiento. Creemos que esto no tiene solo que ver con la capacidad o no de los alumnos, sino que ellos sostienen la premisa poder / no-poder que opera en dos sentidos diferentes; por un lado, en su relación al poder y su ejercicio; y por el otro, como verbo: poder hacer, poder pensar, poder producir, poder construir algo propio.




En cualquier debate que se sostenga con los alumnos acerca de su posibilidad de reclamar, de discutir, de conocer y hacer valer sus derechos, ellos manifiestan casi a coro su relación asimétrica con el docente y el poder que este detenta. Pero cuando se les ofrece estrategias para horizontalizar el poder y hacerlo circular, enseguida se escuchan voces que reclaman el ejercicio verticalista del mando.




Daría la impresión que en esta encrucijada operan dos situaciones claramente diferenciadas:



1) Los saberes modernos en relación con la pedagogía y la horizontalidad en el engranaje docente-alumno y



2) las representaciones sociales que docentes y alumnos sostienen a lo largo de la historia con relación al saber depositado en el maestro y el poder ejercido en forma verticalista.Ahora bien, qué sucede con el individuo, persona, niño que a lo largo de su vida escolar llega a la Universidad luego de atravesar durante veinte años las distintas “maquinarias escolares”. Realizar una diacronía de las etapas que cada estudiante atraviesa, es imprescindible para entender lo que uno hace, es y se constituye en la Universidad. Es por eso que nos interesa complejizar y problematizar el término poco ingenuo que es “alumno”.




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