Las organizaciones son construcciones sociales de y para la sociedad. No obstante, su funcionamiento genera dinámicas internas que pueden hacer perder este objetivo. Muchas de
ellas, centradas en los intereses de algún estamento dominante en la toma de decisiones, con objetivos educativos diluidos o con un funcionamiento basado en procesos repetitivos, resultado de formas burocráticas de organización, se convierten así en anacrónicas e incluso involucionistas en relación al cambio social o cultural existente o pretendido.
La realidad socio-cultural-económica es dinámica y plantea la necesidad permanente de revisar y actualizar el conjunto de decisiones que acompañan la ordenación de cualquier intervención educativa, obligando a reconsiderar la finalidad (¿hacia dónde vamos?) y la operativa (¿cómo lo conseguimos?). La presente aportación* analiza esta tesitura proporcionando elementos para la reflexión.
Tradicionalmente, la familia ha sido el contexto de socialización primaria, aportando valores de referencia, formas de vida, visiones de la realidad, afectividad, seguridad, etc., y la escuela (o las instituciones formativas) el referente para la socialización secundaria, proporcionando contenidos culturales y nuevos conocimientos. Actualmente, la situación ha cambiado substancialmente. A menudo, la familia no interviene tan decisivamente en la socialización primaria, al tener que trabajar los padres y existir nuevos modelos de familia, y los medios de comunicación (televisión, radio y, sobre todo, Internet) aportan gran parte de los contenidos culturales que proporcionaba la escuela. Así, ésta se ve abocada a incidir en procesos de socialización primaria (sobre todo en educación infantil) y compartir con otros agentes los procesos de socialización secundaria.
La organización y funcionamiento de las sociedades ha estado marcada históricamente por determinadas estructuras de poder o formas de dominio que han delimitado sus formas de funcionar y las posibilidades de desarrollo personal y social. Así, el poder de influencia y decisión de lo religioso y militar en los países más desarrollados fue substituido en el siglo pasado por la ideología y, posteriormente, por la política y la economía. Hay una pérdida de protagonismo, aunque no necesariamente sea de capacidad de influencia.
Actualmente, el desarrollo y la implantación de procesos participativos y de sociedades democráticas que se ha dado en las últimas décadas permite vislumbrar otra fuente de poder: la ciudadanía o la prevalencia y el poder de la sociedad civil sobre otro tipo de estructuras.
La educación vuelve a ser una pieza clave y un elemento estratégico en el desarrollo de la sociedad del conocimiento y de la información. El capital humano y la formación serán esenciales si saben aprovechar las capacidades de las personas y hacen de la creación, transmisión y aplicación de los conocimientos la materia primera y el material más preciado.
2.- DE LAS PRIORIDADES EUROPEAS A LAS CONCRECIONES NACIONALES.
La situación actual es grave, ya que el nuevo contexto social, cultural y tecnológico ha dejado casi inservibles las instituciones educativas creadas y organizadas conforme a principios no trasladables al momento actual y a las perspectivas futuras. Nuestras instituciones educativas siguen un modelo gastado e ineficaz y deben "desaprender y volver a aprender", partiendo de una revisión de sus fundamentos, configuración y actuaciones, para ofrecer un "nuevo servicio
desde nuevas perspectivas".
La falta de flexibilidad en las estructuras y actuaciones dificulta la adaptación a los nuevos requerimientos de administraciones educativas ágiles e instituciones responsables y modernas. El consenso deseado es imprescindible y debe constituir una de las metas prioritarias en educación, para garantizar una mejora que sólo puede venir a partir de una cierta estabilidad de planteamientos y de prácticas educativas. Desgraciadamente, la realidad no es esta y sirvan como ejemplo dos posiciones actuales sobre el tema educativo.
3.- DE LA REALIDAD A LOS PRINCIPIOS.
La existencia de variadas y amplias relaciones entre países, estados, economías y personas no es un fenómeno nuevo. Lo que ahora se produce es una intensificación de las mismas gracias a las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías de la información y comunicación. De hecho, lo que ha cambiado es la posibilidad de poner en funcionamiento actividades a escala planetaria y en tiempo real: decisiones realizadas en un determinado momento y espacio tienen efectos globales instantáneamente. El cambio del contexto espacial y temporal de la producción y distribución de información afecta a toda la actividad económica y a muchos otros aspectos de las actividades sociales y culturales.
Pero lo más trascendente de esta realidad es que la difusión de las nuevas tecnologías y el incremento de la globalización económica se están llevando a cabo, en términos generales, en el marco de unas políticas neoliberales que tienen como objetivo la desregulación de determinados aspectos de la actividad económica con la idea de hacer más competitivos los países e impulsar su crecimiento, aún a costa de perder cohesión interna en las sociedades.
Los efectos de estas políticas en el mundo educativo se han traducido en reformas educativas más orientadas a la calidad que a la democratización y expansión de la educación. Desde este planteamiento se promueven políticas dirigidas a disminuir el gasto público, la descentralización y la privatización de los centros de formación tratando de promover la mejora de la calidad a través de acciones más concretas como puedan ser el aumento de la competitividad de los centros, la elección de los mismos por parte de los usuarios o su evaluación.
Los resultados de estos planteamientos a nivel internacional no parecen haber conseguido hasta el momento lo pretendido y si han mostrado su eficacia negativa en relación a la igualdad de oportunidades para toda la población (Carnoy, 1999). La exclusión social, la desigualdad entre centros formativos y la concentración de los problemas educativos en determinados contextos son algunos riesgos de esta política educativa.
Se trata de preparar a través de la formación a ciudadanos que tengan un conocimiento global y contextualizado de los temas ( a veces, dificultado por la especialización de las disciplinas), que aprendan a afrontar las incertidumbres, a compartir y consensuar planteamientos y a comportarse desde una plataforma ética y democrática, en la línea de los siete saberes mencionados por Edgar Morin (1999).
4.- LAS ORGANIZACIONES EDUCATIVAS EN LA LINEA DE LA MODERNIZACIÓN
DE LA ADMINISTRACIÓN.
Los cambios sociales, culturales y económicos, a los que no es ajena la sociedad del conocimiento actual, exigen un cambio de paradigma en los procesos de gestión. Si antes las actuaciones se basaban en la fidelidad a la norma y en el control de su cumplimiento, ahora se toma también en consideración la capacidad de dar respuestas creativas a situaciones nuevas o situaciones existentes que se han de interpretar desde las nuevas perspectivas.
Se considera el cambio y la adaptación permanente como factores estratégicos que pueden diferenciar las organizaciones. La capacidad y responsabilidad de conseguir resultados y calidad, para dar satisfacción al usuario de un servicio, se pone delante de la responsabilidad relacionada con el cumplimiento de las normas, que se consideran instrumentales.
Este planteamiento substancial es la base de la construcción de una administración transparente y receptiva, base del proceso de modernización que fuerza el cambio de las instituciones y de sus miembros para adaptarse a los nuevos requerimientos de la sociedad y de sus ciudadanos.
Referidos a las organizaciones educativas, su concepción instrumental sigue siendo válida actualmente; sin embargo, cada vez más se matiza más, sobre todo en el ámbito educativo. su función promotora del cambio interno e impulsora de la transformación social. A menudo se identifican los centros educativos como sistemas abiertos que mantienen relaciones con el entorno a dos niveles: el sistema escolar y el sistema socio-cultural próximo.
Referidos a las organizaciones educativas, su concepción instrumental sigue siendo válida actualmente; sin embargo, cada vez más se matiza más, sobre todo en el ámbito educativo. su función promotora del cambio interno e impulsora de la transformación social. A menudo se identifican los centros educativos como sistemas abiertos que mantienen relaciones con el entorno a dos niveles: el sistema escolar y el sistema socio-cultural próximo.
Paralelamente, se producen dinámicas internas (sistema cerrado) que en interacción con las anteriores generan relaciones imprevisibles, al mismo tiempo que delimitan las diferencias entre los centros educativos y las distintas tipologías existentes. Podemos así considerar las organizaciones educativas como un cruce de caminos donde confluyen multitud de intereses y respuestas internas y externas. Los centros educativos como estructuras de síntesis desarrollan un currículo que puede considerarse la síntesis práctica de aspiraciones de diversa naturaleza y contenido.
Los centros educativos son también estructuras de progreso si actúan en la línea de promover el cambio y asumir su compromiso social. Exige ello el priorizar principios superando las solas preocupaciones técnicas y el considerar los centros educativos como contextos de gestión y de
realización personal.
realización personal.
5.-NUEVOS RETOS DE LAS ORGANIZACIONES.
A.- Organizaciones abiertas. La apertura es hacia la sociedad e internamente, estableciendo nuevos escenarios y reglas de juego en las relaciones que permitan un mayor equilibrio entre los diferentes intereses y expectativas.
B.- Organizaciones como proyecto colectivo. Se enfatiza aquí en la apertura interna, entendida como la necesidad de compartir el futuro entre todos los implicados; esto es, generar entre todos los valores y la cultura de la organización. Supone superar el individualismo profesional y tratar que compaginar los intereses y objetivos personales con el resto del personal de la organización.
C.- Organizaciones virtuales. Las tecnologías de la información y la comunicación posibilitan la realidad de una organización abierta y compartida. Su progresiva implantación incide en dos ejes fundamentales: por una parte, forzando el que las organizaciones se centren en lo esencial o lo que les es propio; por otra, posibilitando el concepto de apertura a nuevas realidades y organizaciones que se relacionan intensamente través de la creación de redes telemáticas.
D.- Organizaciones con valores propios. El escenario de cambio continuo es el real y exige agilidad en la detección de necesidades, rapidez en la generación de respuestas y capacidad para incorporar cambios e institucionalizar mejoras; esto es, ser y actuar desde una visón prospectiva y comprometida con el cambio; el peligro: la resistencia al cambio y el considerar la innovación como la actividad propia de un departamento aislado o de una dirección entusiasta.
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